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  • Foto del escritorEva JMC

Espada Inquebrantable - CAPITULO III




Esa misma noche el Rey estaba sentado en su escritorio revisando documentos e informes importantes sobre la reunión de mañana con el primer ministro de Japón.


Detrás de él habían muchas pizarras con interminables cálculos matemáticos que él mismo había resuelto y a su alrededor tenía un sinnúmero de libros.


Lee Gon era un matemático empedernido, amaba las ecuaciones difíciles de resolver y también le encantaba adquirír cualquier conocimiento por medio de los libros, le encantaba leer y le gustaba estar siempre preparado para cualquier situación.


Acostumbraba a encerrarse a solas cuando estaba concentrado con sus cálculos o con una lectura. En realidad, estaba bastante plácido en su espacio. Llevaba una camisa y pantalones holgados para dormir de color blanco, su cabello estaba desordenado de las veces que había pasado su mano por allí y estaba cómodamente sentado con sus pies descalzos.


Ya estaba terminando de revisar el último informe cuando tocaron la puerta, seguido del sonido de ella abriéndose.


Lee Gon levantó la cabeza para ver a Jo Yeong entrando. Aún llevaba puesto su traje elegante de tres piezas de color negro, zapatos lustrosos del mismo color y sabía que sus lentes oscuros estaban guardados en algún bolsillo de su chaqueta.


Verlo caminar hacia él con ese andar serio y caballeroso le hacía recordar que ya no eran niños y que Jo Yeong era un hombre con todas las letras de la palabra.


Uno muy hermoso por cierto.


Siempre lo trataba con confianza y lo molestaba cada vez que tenía oportunidad. Siempre bromeando con lo serio que era. No se relajaba ni se distraía un solo segundo del día.


A Lee Gon, a veces le daba pesar que un hombre tan joven estuviera atrapado con él las veinticuatro horas del día, todos los días, solo para cuidarlo y protegerlo. Lo único que faltaba era que durmieran en la misma habitación. Por otro lado, el Rey sentía que tenía toda la suerte del mundo por tenerlo en su vida.


Si Lee Gon era egoísta por sentirse feliz de tenerlo bajo su sombra a toda hora, que así sea.


El Rey vio el reloj de la pared y se dio cuenta que se le había pasado la noche, eran las 12:30am.


Jo Yeong se quedó parado frente al escritorio con sus manos entrelazadas detrás de su espalda suspirando en su interior. Esta era su parte favorita del día.


Ver al Rey en su estado más cómodo y desenfadado.


Es tan guapo.


Pensó Jo Yeong.


Después de un momento de contemplación, Jo Yeong volvió a sus cabales.


"Su Majestad, debería dormir. Mañana tiene que levantarse temprano para la reunión". Dijo con una mirada condescendiente.


Lee Gon soltó los documentos y se recostó en la silla mirándolo de manera pensativa.


"Tu te levantas más temprano que yo. Cuando apenas me estoy bañando ya tu estas dentro de mi habitación todo fresco como una lechuga".


Lee Gon le hizo señas para que tomara asiento.


Jo Yeong se sentó frente a Lee Gon y le dijo:


"Es mi trabajo ser la primera persona en verlo en las mañanas y la última en las noches".


El Rey le rodó los ojos mientras mordía la pluma con la que estaba escribiendo.


"Hablando en serio, debería darte unas vacaciones. A ver si así te relajas un poco, te he visto muy tenso últimamente". Dijo Lee Gon recordando las veces que ha visto a Jo Yeong un poco incómodo y quería saber por qué.


Jo Yeong frunce el ceño y bajó la mirada.


"Su Majestad, si usted se acuesta ahora yo podré hacer lo mismo".


Lee Gon: "..."


"Ahora me estas dando órdenes. Vas a terminar decapitado". Le dijo señalando con la pluma la nariz de Jo Yeong.


Jo Yeong no pudo evitar que una media sonrisa apareciera en sus labios.


"Me ha dicho eso desde que era niño, parece que se le hace difícil cumplir con su palabra".


Lee Gon vio su expresión relajada y de repente estaba un poco sentimental.


"Ya no somos unos niños ¿cierto? Estoy tan ocupado en otras cosas que a veces olvido que el tiempo está pasando".


Jo Yeong se encontró con la mirada pensativa del Rey, esos ojos contenían un brillo de incontables recuerdos. Volteó su mirada a una de las columnas de la habitación del Rey.


"La señora Noh no lo olvida. Ella aún le pone talismanes para atraer una novia para usted". Dijo con una sonrisa pícara mientras seguía mirando la columna que era uno de los escondites donde la señora Noh colocaba los talismanes.


Obviamente el Rey no sabía esto.


Lee Gon siguió con curiosidad la dirección de la mirada de Jo Yeong y dijo:


"Si. Ella dice que ya tengo 33 años y que es mi deber Real dejarle un heredero al Reino".


Lee Gon levantó una ceja.


"Tu ya tienes 29 mi querido Yeong".


Jo Yeong volvió a mirar al Rey.


"Yeong, ¿No estás interesado en tener una esposa para traer a tus herederos al mundo?". Le preguntó Lee Gon con curiosidad mientras sonreía.


Jo Yeong no esperaba que la conversación tuviera este giro y que él fuera el centro.


"Puedo decirle a la señora Noh que prepare unos talismanes para ti". Lee Gon continuó de forma burlona.


Jo Yeong no quería hablar de esto. Así que se levantó de la silla y le hizo una reverencia al Rey.


"Que tengas buena noche, Su Majestad. Me retiro". Dijo dándose la vuelta para irse.


Lee Gon se levantó rápidamente y puso las manos sobre el escritorio.


"No lo dije para que salieras huyendo pero, buenas noches a ti también, Yeong". Terminó soltando un suspiro.


Lee Gon sentía que algo estaba pasando con su amigo. Ya no podía bromear con él sin ponerlo incómodo. Siempre cambiaba de tema o salía huyendo como ahora.


Viendo la espalda recta de Jo Yeong mientras se iba no pudo evitar pensar con curiosidad.


Acaso ¿Jo Yeong estaba incómodo porque quería una vida normal?


¿Quería enamorarse o ya estaba enamorado de alguien?


Peor aun.


Jo Yeong... ¿Estaba pensando en... Dejarlo?


Lee Gon estaba empezando a sentir cierto pánico cuando vio a Jo Yeong detenerse frente a la puerta de la habitación.


Jo Yeong se volteo. Miró al Rey con una sonrisa amable y dijo:


"No estoy huyendo. Y no, no estoy interesado en tener esposa".


Con eso, abrió la puerta y se fue, dejando a Lee Gon un poco sorprendido por su respuesta sincera y tajante, sin espacio para la duda.


Lee Gon volvió a sentarse, soltando el aliento que no sabía que estaba conteniendo.

Entonces... Jo Yeong no estaba pensando en dejarlo y tener una buena vida normal.

Por ahora.

'En cuanto tenga la oportunidad lo llevare a tomar unas buenas vacaciones'.

'Si. Esa será mi próxima tarea'.

Lee Gon tomó esa decisión con seguridad. Quería que Jo Yeong volviera a ser el mismo de antes con él. Él era su Rey pero, también era su mejor amigo. Jo Yeong y la señora Noh eran los únicos que podían regañarlo y hacer bromas con él. Los consideraba su única familia, aparte de su tío, el príncipe Buyeong. Así que haría lo posible para saber que estaba pasando y recuperar a su amigo.


Pensaba todo esto mientras se agachaba en la columna que Jo Yeong estaba viendo anteriormente, metió la mano y no se sorprendió al encontrar un talismán de la señora Noh.


Una risa contenida apareció en los labios del Rey. Él sabía que Jo Yeong conocía los escondites donde la señora Noh guardaba los talismanes.


Claro, era su trabajo saber todo de este lugar.


Gracias mi querido Yeong.


Pensaba Lee Gon mientras ponía el talismán en su mesa de noche. Se acostó en su cama Real y abrazó una almohada, cerrando los ojos mientras sonreía.


Mañana empezaría a tomar nota de sus planes vacacionales.


Por otro lado, Jo Yeong estaba un poco malhumorado mientras se dirigía a su casa en su auto.


¿Por qué el Rey me preguntó si quería tener una esposa?


Acaso él... ¿Estaba pensando en tener una?


Jo Yeong apretó sus manos en el volante del auto con impotencia.


¿Será que la primera ministra Koo logrará ganar al Rey?


Jo Yeong sabía todo el itinerario que tenía el Rey. Sabía que cuando hiciera cualquier aparición pública, tendría miles de admiradoras. Lo mismo sucedía en sus redes sociales. Miles de mujeres le profesaban su amor al Rey y le decían lo guapo que era. Pero, Lee Gon parece no estar interesado en estos asuntos. Siempre está ocupado y cuando se escapa es para estar solo.


La única opción sería la primera ministra Koo.


Jo Yeong sentía sus celos burbujear en su corazón. Lleno de impotencia. No podía hacer nada, algún día el Rey tendría que traer herederos a este mundo y para lograr eso tendría que casarse y estar con su esposa.


Él solo podía mirar mientras sucedía y desearle lo mejor de este mundo a Lee Gon.


Él siempre estará allí para proteger a su Rey.


Eso jamás cambiaría.



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